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Metodología

 La metodología que debe ser animada por parte del catequista debe tener un lenguaje adecuado y claro, sabemos que «la Iglesia ha comunicado la fe a través de la Sagrada Escritura (lenguaje bíblico), de los símbolos y ritos litúrgicos (lenguaje simbólico-litúrgico), de los escritos de los Padres, de los símbolos de la fe, de las formulaciones del Magisterio (lenguaje doctrinal) y del testimonio de los santos y de los mártires (lenguaje performativo).» (DGC, n. 205) por ello usará lenguaje artístico y digital, esta es la respuesta de la iglesia ante el arte y la tecnología contemporánea, ya que la humanidad en su mayoría está inmersa en el nuevo continente virtual y con ayuda de estos medios de lenguaje se puede «conocer y memorizar los eventos de la historia de la salvación de una manera más rápida e inmediata» (DGC, n. 210). Como también «ayudan a intuir por medio de la percepción sensitiva que el Señor está vivo, presente y actuando en la Iglesia y en la historia» (DGC, n. 209) Allí encontrará referencia de ciertos contenidos eclesiales que le puede ayudar a exponer las verdades de fe, es importante conocer y usar el CIC, encíclicas o cartas apostólicas, esa metodología tiene que ser Cristocéntrica, sabemos que «el centro de todo proceso de catequesis está el encuentro vivo con Cristo. El fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo: solo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad» (DGC, n. 75) por ello, el catequista centra todos los contenidos catequéticos en la vida, muerte y resurrección de Jesús.


En algunos encuentros se abrirá el espacio para la oración, es fundamental en la vida cristiana el diálogo con Dios a través de la oración, por ello, como catequistas debemos seguir el ejemplo de Cristo quien «daba a conocer los misterios del Reino, les enseñaba a orar, les proponía las actitudes evangélicas, los iniciaba en la vida de comunión con Él y entre ellos y en la misión» (DGC, n. 79) No solo nos limitamos a preparar oraciones mentales, debemos aprovechar la riqueza de la iglesia en este aspecto «Aprender a orar con Jesús es orar con los mismos sentimientos con que se dirigía al Padre: adoración, alabanza, acción de gracias, confianza filial, súplica, admiración por su gloria. Estos sentimientos quedan reflejados en el padrenuestro, la oración que Jesús enseñó a sus discípulos y que es modelo de toda oración cristiana. (...) Cuando la catequesis está penetrada por un clima de oración, el aprendizaje de la vida cristiana cobra toda su profundidad» (DGC, n. 85). 

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